Una Victoria Histórica para los Inmigrantes de Tennessee

Ayer fue un día histórico para los trabajadores inmigrantes en Tennessee y en todo el país. Después de casi 5 años de organización, defensa y litigio, un juez federal aprobó un acuerdo final en una demanda colectiva contra agentes federales en respuesta a la violenta redada de 2018 en una planta empacadora de carne en las afueras de Morristown, Tennessee. Gracias a nuestros socios legales, el Centro Nacional de Leyes de Inmigración, el Centro de Leyes de Pobreza del Sur y los abogados pro bono, este acuerdo sin precedentes es la primera vez que los trabajadores inmigrantes ganan un caso contra el gobierno federal en una demanda colectiva, y viene con no solo dinero compensación, sino la oportunidad de solicitar alivio migratorio.

En la mañana del 5 de abril de 2018, agentes federales irrumpieron en Southeastern Provision. Mientras los helicópteros sobrevolaban la fábrica y los agentes bloqueaban las puertas, casi 100 trabajadores fueron detenidos y metidos en autobuses sin oportunidad de explicar quiénes eran, cuánto tiempo habían estado allí o si estaban sujetos a la ley federal de inmigración. En ese momento, había pasado más de una década desde que nuestro país había experimentado una redada de este tamaño. El personal de TIRRC estuvo en Morristown el día de la redada y durante las semanas siguientes. Mis colegas describieron la tragedia como la explosión de una bomba y, a medida que se desarrollaba el caos, se convirtió en un doloroso recordatorio de por qué nuestro gobierno había dejado de usar la atroz táctica de hacer cumplir las redadas masivas en los lugares de trabajo una década antes.

Las tácticas de cumplimiento violento, como las redadas en el lugar de trabajo, están diseñadas para mantener a las familias inmigrantes viviendo con miedo, pero estos demandantes y miembros de la demanda colectiva se negaron a quedarse al margen cuando sabían que sus derechos habían sido violados. Se defendieron en las calles, los pasillos del Congreso y los tribunales, y ganaron. Ese es el poder de nuestro movimiento: sin la organización comunitaria, este caso que sienta un precedente no habría sido posible.

A medida que el gobierno federal continúa fallando a las comunidades inmigrantes y los políticos intentan dividirnos según el color de nuestra piel, dónde nacimos o nuestro estado migratorio, debemos unirnos y usar nuestro poder para promover la justicia y defender nuestros derechos. Lo que sucedió después de la redada nos recuerda que estamos profundamente conectados. Nuestro destino está entrelazado con el de nuestros vecinos, nuestros compañeros de clase y nuestros compañeros de trabajo. Estamos llamados a protegernos y cuidarnos los unos a los otros, y se necesitará de todos nosotros para construir un mundo en el que todos tengamos la libertad de trabajar y vivir de manera segura en nuestras comunidades.

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